Jesús Sepúlveda

Estos han sido los héroes de los jóvenes poetas que han querido seguir el sendero del maldito, soñando con el abismo, o ignorando el vértigo del dolor íntimo.

Dylan Thomas se desploma con 18 whiskies al seco en un bar de Nueva York y Bukowski ríe grotescamente bajo el neón rojizo de un letrero de Los Ángeles. ¡He ahí el espectáculo!

Teillier (der.) entra con su manta de Castilla a un boliche de Lautaro, donde cada tarde se juntan los parroquianos a brindar por los muertos y a jugar a las cartas. Luego vuelve a la ciudad con paso cansino para vagar "de bar en bar enfermo de poesía".

El fantasma del delirium tremens desembarca en el puerto de la desesperanza y pulula en la copa de los poetas. El perro negro de la melancolía aúlla en una esquina húmeda, mientras los viejos de los carretones se cubren con cartones y diarios. Sus sueños están protegidos por una manada de quiltros callejeros, desamparados y solos. La enfermedad del trago se expande rápidamente, dejando huellas imborrables en el cuerpo del anfitrión.

Así pasé varios años, poseído por el espíritu del vino y otros licores menos nobles. A los 25 caí en cama e imaginé un nuevo libro: Hotel Marconi. Al levantarme, estaba deshinchado y hepático. Nueve meses después volví a recaer. Era el año 1993.

Dos años más tarde me fui de Chile. Llegué a un poblado universitario estadounidense que sin serlo se transformó en mi Sanatorio: Eugene, Oregon . Allí asistí a un par de sesiones de Alcohólicos Anónimos para escuchar inglés y conocer gente. -"Yes, I have a problem with alcohol"- era la frasesita que todos repetían.

Me chanté por tres años y limpié mis venas. Entremedio me fui curando del demonio etílico con otras yerbas, que dieron paso a otro tipo de obsesiones.

Walter Benjamin señala que la intoxicación es una forma de iluminación profana. Cada sustancia que se ingiera tiene un límite, por tanto hay que conocer muy bien la dosis para no exacerbarlo. El vehículo de la alteridad que transporta a ese estado alterado de conciencia es el cuerpo. Sin su ayuda, la mente se estrella contra el vacío. Y se multila.

Terminé Hotel Marconi en sobriedad y la editorial Cuarto Propio lo lanzó al descampado crítico en 1998. Tal vez me salvé de una muerte precoz o de un canazo seguro. Lo que está claro es que me sané de las depresiones mórbidas de la adolescencia y la primera juventud.

Para Benjamin la iluminación profana es una inspiración antropológica materialista lograda mediante la intoxicación, que no es sino el estado de conciencia en el cual se percibe la vida cotidiana como algo impenetrable, mientras lo impenetrable se percibe como experiencia cotidiana. Es, por tanto, un desplazamiento físico y mental que da vuelta la realidad para reemplazar su vigilia racional con la agencia de lo maravilloso.

Rimbaud quiso hallar un estado de clarividencia por medio del desorden de los sentidos y llegar a esa zona incierta de lo desconocido. Huidobro aspiraba a la supraconciencia haciendo vibrar su caja cerebral a la velocidad del delirio poético. Otros han preferido la oscuridad lumínica que brinda el espíritu del alcohol.

Es probable, sin embargo, que el surrealimo haya sido la encarnación más intensa del proceso creativo a través de su intoxicación total: Artaud, Cocteau, Michaux, entre otros, y cuya bandera de lucha -el azar objetivo y la belleza convulsa- no fueron sino la confusión histérica entre el impulso interno y el signo externo que proyecta la siquis en el mundo.

Pero ¿qué es la escritura sino la proyección de la siquis en el mundo?

Hotel Marconi fue escrito desde un cuarto y muchos cuartos en las noches de insomnio y las mañanas de caña, cuando el sol alumbraba fuerte en mis ojos. Es un pequeño diario personal de la intoxicación alcóholica exasperada por la química blanca. Mezcla y bomba subjetiva de un pencazo.

Hace años que volví a beber, pero sin la urgencia ni el dolor de los desesperados. La mitología privada de la dipsomanía etílica ha quedado colgada de un marco con imágenes en blanco y nego y una leyenda romántica que roba sonrisas.

Otros han sido los vericuetos de la conciencia desde entonces. La iluminación profana se lía ahora en papel de arroz, se toma en forma de té natural y elimina ese demonio pesado y cargante que mueve las rejas clandestinamente en cada botillería de turno.

Mi último libro de poesía fue publicado en México. El diseñador ilustró la portada con una hoja de cannabis. Esa poesía ya no siente la extraña nostalgia por la pieza sola, con su vaivén de cubierta, ni añora la noche húmeda y desolada de la gran ciudad. Es liviana como el viento y alta como los árboles. Y susurra calladamente una melodía contenida en la garúa matinal. El viejo alcohol suicida se ha transformado en humo liberador.

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* Escritor. Enseña Literatura en la Universidad de Oregón, EEUU.
Este artículo se publica en la revista chilena Patrimonio Cultural, Núm. 34, año IX, verano 2005.

no lo sé... qué es la libertad? será el alto estima que uno se tiene o realmente será algo impuesto?
no me interesa, la idea es ser libre y no pensar en ella, la idea es sentr la libertady no tratar de encontrarla...
Porque supuestamente nacimos con ella...
aceptar, condescender o aceptar es la decisión!
soportar y aclamar es la sumisión...
como no estoy cuadrado con ninguna prefiero mi libertad condicionada, pero no preestablecida!
he dicho!

Desperté nuevamente después de mi sueño recurrente, de un tiempo a esta parte se ha ido repitiendo, no sé que tan bien o mal está eso, pero está. El problema es que yo no sé que quiere decir, si realmente significa algo o solamente son imágenes de mi subconsciente y todas esas pajas molidas(que de ser así significa que: mi cabeza me está mandando un mensaje que no sé descifrar), quizás el exceso de televisión ya está afectando mis ya reducidas neuronas (las pocas sobrevivientes a la proliferación...), mi sueño repetido se pone cada día más cinematográfico y con un grado de tensión más insostenible para mí como espectador, protagonista y director (subconsciente), de la "obra". Es como si cada secuela es mejor que la entrega anterior (cosa más que rara por lo demás), en fin.
Puedo suponer que mi estado actual (en casi todo orden de cosas), los mismos problemas que la mayoría de la gente, eso sumado a otros de uso exclusivo y por cierto varios compartidos, hacen que tenga mi mente ocupada en como salir de ahí para poder seguir funcionando como hace un tiempo.
Busqué con esfuerzo muchas distracciones para no pensar tanto en mi estado, entre ellas asomó la teleserie nocturna del canal estatal:"El Señor de la Querencia"; su avanzado stress y estado de locura me convencieron para ser mi distracción en horario prime.
Día a día sus fechorías y ultrajes a destajo me hacían sentir en cierta medida mejor, su fanatismo religioso me dejaba en paz y su forma de imponer sus ideas a punta de látigo o el arma que estuviera a la mano me consolaba ante mi indecisión de cosas. Eran noches de una especie de spa mental el ver como se podía ser lo peor y superarse a cada momento... Era tal mi especie de relajo, que cuando se me alargaba el happy hours veía la repetición de antes del cierre de la transmisión, por un momento llegué a saber del tema de "moda" en las conversaciones del trabajo, metro o micro. Fueron unos meses de sádico goce y un poco de voyerismo a lo peor de nosotros mismo como especie, especial, espacial y material. Romance que altos y bajos, de justas e injustas, por qué no de claros y oscuros, de saltos y resaltos, los cuales hacían su parte terapéutica en mi mente. Una fantástica "relación" de mucha observación, consuelo o abstracción acerca de como me sentía, noches en que solo yo sentado frente al televisor como un consumado consumidor de telenovelas asentía con la cabeza e un gesto aprobador sus decisiones y actos (qué manera de estar cagao!), llegó a tanto la complicidad que hasta pena y lástima sentía por el indolente (aunque sufría más que todos) José Luis Echeñique.
Pasaron los meses, semanas y capítulos hasta que se llegó a los capítulos finales y hace un rato el último capítulo, capítulo al cual llegó con la friolera de 4 finaos a su haber y 10 violaciones (poco para el weón más malo de alguna teleserie, hasta el momento no superaba a Julián García de "Alguien te Mira"), pero empezaba el desenlace y todo un país en vilo y pendiente de sus últimas canalladas en la cajita estúpida (pero puta que me distrae y me gusta harto en lo personal), nuestro "héroe" llegó al capítulo preso, despojado de su apellido (su mayor orgullo) y humillado por el que fue su peón. Su empleada fiel que sospechamos que fue liberada por Leonor, lo liberó (y entendamos que lo liberó en el más profundo sentido de liberar que escuchó el designio de Dios(?)) y comenzó su mejor y más sangriento acto en serie. En plena supesta fuga José Luis tomó su arma y disparó contra la ama de llaves por una supuesta traición y le disparó por la espalda, reflexión de que por weona la mataron de una manera vil incluso para este "señor", pero merecida por cierto. Luego se dirigió a la Querencia donde mató a todos los personajes secundarios que por cierto incluía a la prima de Leonor, sus hijos, el doctor y la baja lamentable de la hermosa Herminia única que no recibió un balazo si no que un certero y limpio corte de yugular. Con lo que llegamos a la friolera de 11 asesinatos, que si no hubiesen intervenido los pacos esa cifra hubiese sido más alta. La escena final la encontramos en el altar o especie de oratorio, con la posibilidad cierta para matar a su archirival y a su infiel esposa, pero el clásico error de alargarse y no matar de una, lo llevó a ser encerrado por los nunca bien ponderados pacos y el tipo ya completamente fuera de sí, toma su revólver lo dirige hacia su boca y gatilla, destapándose la tapa de los sesos y así descubriendo el nacimiento de una nueva estrella con final de "rockstar"...
Las opiniones están divididas, a algunos (la mayoría) no les gustó el final y querían verlo sufrir un poco más, yo me pregunto: "Acaso no vieron que él y sus tormentas mentales sufrían día a día? Las alucinaciones con su padre (gran hijo de puta) no despertaban su dolor y sufrimiento?, por favor! Creo que que fue un final justo de acuerdo con lo que podíamos esperar, no sé porque se hacen tantas espectativas si en la anterior Julián García fue baleado por su "amigo" después de que éste le había matado a su señora.
En resumidas cuentas: extrañaré la serie por las noches, pero como todo en algún momento se debe terminar, el problemas es que mis ataos no han terminado... así que obligado a seguir buscando otras distracciones.