Anoche estaba con ribetes de buen augurio, aun que yo estaba con una resaca de aquellas (no virtuales como estos vómitos), estaba tratando de restablecerme del letargo y de algunos indicios de "caña moral", quizás por algún error o cagada cometida la noche anterior, quién sabe?.
Revisando mis cosas escuchando música suave para no volver a tener despierto el dolor de cabeza, siento que a lo lejos suena ese silbido característico de cuando eramos infantes (terribles), reconociendo en su forma sonora que era mi mejor amigo, bajo a atender su llamado y veo que mi grata sorpresa se multiplica al doble (cosa que no exagero), cuando en el umbral de la reja veo que estaba mi otro amigo favorito, el que está terminando su carrera y sigue siendo el tercer cómplice de la pandilla que lleva años en ejercicio (noten que no le dí importancia al cajón de pilseners que portaban).
Empezamos el recorrido de la noche poniéndonos al día del tiempo sin vernos, algunas bromas y risas que nunca cansan aunque estén ultra repetidas, evitando que hilo conductor de la conversación se lo tomara algún tema espeso o intelectualoíde, la liviandad de nuestras charlas contrastan fuertemente con con la fortaleza y profundo respeto que sentimos mutuamente por cada uno de nosotros, pero no quiero ahondar en eso.
Pasaron las pilsen y apareció como por acto de magia un "Bobadilla"(cognac), que con bebida cola, hielos y unas rodajas de limón no hace mal cuarteto, lo bebimos con el mismo entusiasmo adolescente que cada vez que estamos juntos vuelve a la vida.
Para qué decir que después cerramos la sesión con un inagotable pisco con Sprite cuando ya llegó la mañana y mi jardín como tantas veces nos albergó hasta el fin... Fuimos una noche más eternos, sensibles, rudos, comprensivos, condescendientes, aduladores y adulados, en fin fuimos lo que nunca dejamos de ser. Llegó la luz evidente de un nuevo día y terminó una gran noche.
Nos levantamos de la mesa, nos dimos las manos nos despedimos, no para siempre, sino hasta una próxima coincidencia estelar.


*No es costumbre, es para no perder la costumbre*. (Pablo Arenas).